Categoría: <span>Psicología general</span>

El niño con hiperactividad, y la escuela

No hablaremos de un “niño hiperactivo”, ya que este fraseo tan simple marca una gran diferencia. Si hablamos de un “niño hiperactivo” estamos sugiriendo que la hiperactividad es parte intrínseca de su ser, de su identidad. En cambio, hablar de un niño “con” hiperactividad supone una condición que el niño presenta, que puede ser modificada. Lo que parece un juego de palabras es clave para como nosotros percibiremos y nos relacionaremos con él, como se percibirá a sí mismo y en consecuencia, afectará su conducta.

En la escuela, estos niños suelen tener problemas ya que les es extremadamente difícil quedarse sentados, no molestar a sus compañeros, terminar sus trabajos correctamente y a tiempo.

La interacción con estos niños puede causar en los adultos impaciencia, enojo y frustración. El fastidio del adulto se suele traducir en regaños y descalificaciones conscientes o inconscientes, rebajando el autoestima del niño (“soy incapaz, ineficiente”) y seguramente produciendo rebeldía y deterioro en la relación adulto-niño. En el salón de clases, los regaños y expresiones de impaciencia por sus dificultades paralizan su proceso de aprendizaje, y crean rechazo a colaborar con la maestra.

Lo principal en el trato con estos niños es crearles el sentido de que son personas capaces, y que no son unos tontos.

Técnicas de intervención en el salón:

  • Fijar normas y límites muy claras y concisas, así como las consecuencias específicas de lo que conlleva romper las reglas.
  • No castigar en exceso: ignorar las pequeñas conductas impulsivas, pero castigarlo de inmediato cuando haga una acción que es claramente provocativa.
  • Usar el verbo “estar” y no “ser”.
  • Recordar las normas al iniciar la clase.
  • Combinar los periodos de atención con los de acción.
  • Dar más tiempo para que termine sus actividades.
  • Permitirle que continúe trabajando. Por ejemplo, hacer dibujos en la parte de atrás de la hoja, seguir añadiendo detalles que cumplan con la instrucción, etc.
  • Permitir los movimientos del niño que no molesten el trabajo de los demás ni el suyo.
  • Actividades cortas y de transición rápida y controlada, contemplando que pueda moverse luego de un tiempo determinado.
  • Decirle con frecuencia que se está portando bien, cuando cumple con lo que se desea de él. Aunque no lo parezca, puede estar haciendo un real esfuerzo.

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